jueves, 7 de agosto de 2008

Plan Vacacional*







Actualmente estamos en la temporada de vacación escolar, es muy alentador salir a la calle y ver a gran cantidad de niños cantando y saltando de felicidad mientras van en camino a un feliz viaje a la playa o la montaña.


Recuerdo mucho cuando tenía 9 años. Mi hermano, mi primo y yo estábamos en un plan vacacional donde desde el inicio hasta el final viajábamos y nos divertíamos corriendo por los alrededores del campo, lanzando piedras al lago y hasta solíamos acostarnos en la grama sólo para ver las nubes pasar.


Esos tiempos ya pasaron. Ahora todos somos adultos, tenemos carreras profesionales, trabajamos y nos dedicamos de lleno a nuestras labores. Esta mañana camino al trabajo me topé con una caravana de niños con camisas color naranja, unos al lado de los otros riendo mientras que yo del otro lado de la acera tenía un cigarrillo en la mano derecha y un café en la otra. Me dije a mi misma: ¿Cómo es posible que a esta edad ya esos sentimientos que veo reflejado en la cara de estos niños se hayan extinguido en mí?


Esos niños se levantaron felices porque saldrían a descubrir un nuevo mundo, -muy pequeño por cierto-, ante sus ojos y yo me levanté para ir a mi lugar de trabajo con los ánimos no muy altos. Las circunstancias como el trabajo y las personas que me rodean en el ámbito laboral me han hecho endurecer esa capa sensible de mi ser para convertirme en lo que soy y siento ahora. Me siento un poco infeliz al ver que he crecido, conservo los recuerdos de mi feliz niñez pero me cuesta traer esos sentimientos a mi vida actual.


¿Cómo es posible que hace algunos años me deleitaba sentarme en la grama de un patio y ahora me deleita fumarme un cigarrillo y tomarme un café? Son las reflexiones que constantemente se me vienen a la cabeza, lo que hacía y sentía antes de entrar en todo este proceso de crecimiento.


Hay muchas cosas que al igual que en mi infancia disfruto: Ver las nubes pasar, la lluvia desde mi ventana, caminar sobre la grama con los pies desnudos, tomar té sentada en una mecedora, sentarme en mi cama y no hacer nada, leer y crear cuentos, pero lo más importante de todo esto y que conservaré por siempre va a ser el amor que siento hacía la vida. Tal vez suene un poco controversial que diga: “Amo la vida pero fumo y tomo café” pero esos vicios y muchas cosas más forman parte de este ser que desgastado por el estrés y la ansiedad ha tomado decisiones adversas a lo que realmente es y siente.


Por tanto, fumar forma parte de las personas adultas, beber café también lo es. Me incómoda un poco que nosotros los adultos estemos dando un ejemplo errado de la vida a los niños. Mamá siempre me ha dicho que lo más importante cuando se crece es estudiar, trabajar y establecerse con alguien para el futuro, la pregunta es: ¿Hasta qué punto esos tres aspectos deben de tomar tanta importancia en la adultez? No debería ser mucha porque entonces dónde queda el amor y la paciencia, el respecto hacia las ideologías propias y creencias.


Francois de la Rochefoucauld dijo una vez: “La vejez es un tirano que prohíbe, bajo pena de muerte, todos los placeres de la juventud” entonces es importante para mi que a esta edad no me deje sugestionar por las personas ni por la monotonía laboral.


La reflexión de todo esto que vi el día de hoy con respecto a los niños, los cantos y las alegrías de mi infancia es que todos como adultos deberíamos de llevar flor de piel todos esos sentimientos que nos identificaron en esa época tan especial de nuestras vidas, no dejar tragar por la sociedad en la que vivimos.

2 comentarios:

Alex dijo...

muy lindo lo que escribiste.
saludos

Dabs dijo...

Deberia ud Sra. dejar de preocuparse tanto por el trabajo o el stress y poner un poco de atención a las cosas finas que puedes ver en tu trabajo o en la calle, ir a trabajar tambien es conocer mundos nuevos salir a la calle lo es .. solo hay que saber disfrutarlo, cuando lo descubra ud misma se dará cuenta que sigue siendo una niña.